Porteño, aristócrata y reo, / varón pa’ quererlo tanto / la sabe lunga, profeta y burlón, / más que por viejo, por diablo.
Baixar Mais Tocadas: músicas de Horacio Ferrer
Del fondo de las cosas y envuelta en una estola / de frío, con el gesto de quien se ha muerto mucho, / vendrá la última grela, fatal, canyengue y sola, / taqueando entre la pampa tiniebla de los puchos.
Cayó la tarde y él tenía tangos, / whisky en la zurda y, en la otra, sed. / Su voz, un gusto de magnolia macho, / los muslos duros de saber volver.
María y las aves. / Paz, es de luz, criatura. / Es de alma pura, sin gravedad. / Hoy, bajará.
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!… Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo… / (Cantado) / Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao… / No ves que va la luna rodando por Callao;